He exigido de mí el pulso firme
cuando mi cuerpo tiembla de pies a cabeza;
la mirada límpida, cuando el polvo que desprendo
con los años, va cubriendo mis ojos.
Vista cansada, dice el oculista, por la edad,
y yo sin poder distinguir cuando alguien va o viene
en mi camino.
Dentadura frágil, dice el dentista
por la fractura de los dientes frontales
al caer convulsionada hace ya siete años,
y yo pretendiendo morderme los labios
para que no salgan las palabras que me muelen los huesos.
Dice Carlos mi hermano
que le alienta mi sonrisa “de domingo”
y yo, con estas alas rotas
que se astillan cuando giro sin recordar plegarlas.
Voy andando el camino cansada y polvorienta
inventando el Sendero, con el miedo de frente
y una tímida sombra pisándome los pasos.
Hay quienes no me conocen y me inventan
pero, ¿acaso me conozco?
¿O he inventado
ésta que creo ser?
Es este espectro, quien me ha abandonado
a mi suerte tantas veces
entonces me hago ovillo y ya no importa
si es la nostalgia que crepita y me quema
o el día que me golpea con sus trémulas olas.
No hay salida. Es simple.
Hay que habitar el día
incendiar cada noche
y saber nadar
aún en aguas turbias.
Y es verdad
la impermanencia es
y todo pasa
También se asienta el agua turbia
y queda entonces límpida y transparente.
Se asienta así mi corazón,
y mi sonrisa, no es ya sonrisa impecable de domingo;
es tan sólo un destello de luz
en una noche oscura.
Me gusta cómo termina, como un espiral.
ResponderEliminarGracias, preciosa, por tus comentarios. ¡Finalmente logré entrar a mi blog para contestarte! Besos.
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