Espacio de poesía y cuento (Obra en progreso)

domingo, 4 de diciembre de 2022

 Para nadie es una novedad saber que de lo único que puede tener una certeza, es de que va a morir. Cuándo, dónde, cómo, no tenemos idea.

Sólo que, saber que vamos a morir no implica que lo aceptemos. Si no aceptáramos, quizás estaríamos viviendo diferente a como lo hemos venido haciendo hasta el día de hoy.

Se nos da demasiada información sobre 'alcanzar la felicidad', y por lo general se habla del placer de los sentidos cuando se le menciona. Pero si el placer fuera la felicidad, estaríamos comiendo todo lo que preferimos, bebiendo bebidas alcohólicas y de todo tipo; gastaríamos de la manera más tonta el dinero que fuera llegando a nuestras manos, no saldríamos de la cama si es que tuviéramos pareja, etcétera, etcétera.

Quienes han vivido auténticas experiencias de cercanía con la muerte, suelen ser personas más compasivas, altruistas, serenas, generosas, éticas, bondadosas... 

Sé que voy a morir. De hecho, ya viví más de las dos terceras partes de la vida de una persona longeva; no podría vivir el doble.

Así que, no creo en la muerte, en mi muerte. Mi tarea, mientras vivo, es darle sentido a mis pasos, mis mejores sentimientos, las emociones más ecuánimes... sonreiría más, dormiría y comería menos, tendría listos mis oídos para escuchar a quien requiere que se le escuche... 

Sin duda, sería un mejor humano.

En eso ando; sigo ensayando que sí creo que puedo morir de un momento a otro. Y agradezco lo que tengo y lo que no tengo.