Espacio de poesía y cuento (Obra en progreso)

miércoles, 14 de febrero de 2024

Voces

 

             

                                                 Dibujo de Lady Orlando

Voces

 

I

Me abro a las voces

como a los ojos

inevitablemente

al paso milagroso

de la luz matutina.

 

II

El día es un abismo

lo dije en algún sueño

mientras deambulo

en la cuerda del tiempo.

Cierro los ojos

el diente de león que se disgrega

hace visible el viento

el cielo

los momentos.

 

III

El invierno viste de cielo el frío.


IV

Rueda el silencio

en el lado sensible  

donde un ramo de tréboles

un racimo de uvas

son otra vez las manos

despertando.


V

No escucho el eco que te nombra

enmudeció la tarde repentina

y un alud de dolores se desprende

golpe tras golpe

piedra tras piedra

sobre mi tarde toda

sobre mi noche toda

sobre mi vida toda

sobre mi muerte.

Inclemente.

 No podemos esperar a que las cosas salgan bien, o como nos gustaría, para no decaer.


Es común que, cuando tenemos una circunstancia nada favorable, quienes nos rodean nos digas "no te preocupes, todo saldrá bien". ¿Y si no es así? Puede ser la oportunidad de incrementar nuestra ecuanimidad, de tomar la decisión de canbiar nuestra respuesta emocional, y no caer en la desesperanza, que no ayuda a nadie.

Como reza el refrán "al mal tiempo buena cara", para poder tener calma y buscar soluciones alternativas.

Decía mi padre cuando las cosas salían mal "más se pierde en las guerras". Aprendimos desde la niñez a enfrentar con paciencia los desafíos.

De esa manera, vamos trabajando en nuestra transformación al tomar control de nuestra actitud y nuestras acciones. Como decìa Viktor Frankl, podemos elegir ser positivos y buscar soluciones y superar los obstàculos que se presentan en nuestra vida. Podemos adaptarnos y encontrar opciones alternativas para seguir adelante.

lunes, 23 de enero de 2023

Zozobra

 Sofía deseaba llevar de vacaciones a su enferma madre, contra la oposición de sus hermanos. "Es irresponsable sacarla de casa en esas condiciones", dijo el mayor de ellos. "Debes darte cuenta que su cuerpo está demasiado cansado, para que la saques de la cama y la expongas sentada durante varias horas en el asiento trasero de tu carro", dijo la menor de la familia.

Y contra viento y marea, la llevó a la playa.
Claro está que, dado el amor que sentía por su progenitora, la sentó adelante en el sitio que ella ocupaba iba cuando salía con su marido. Colocó una dona y un cojín especial para que Andrea fuera cómoda. Su marido miró con cariño a su suegra, esa mujer de tacto suave que, seguramente, evitaría cualquier lamento a queja de su parte.
Al llegar a la playa, la bajaron tomándola por los brazos, con pasos cortos y deteniéndose en cuanto ella respiraba profundo. Le colocaron una silla reclinada lo suficiente para que pudiera ver el mar, mientras extendían una sombrilla que le protegiera del inclemente sol del mediodía. Las dos niñas y el niño, hijos del matrimonio dieron sendos besos a la abuela y, quitándose la ropa, se encaminaron a la espuma de las olas, en el traje de baño que se pusieron antes de emprender el viaje.
No se movía. Los ojos cerrados y la postura inmóvil hizo a Sofía acercarse a su madre y tocarla con suavidad. Nada, no respondió a la estímulos. Acercó su oído al pecho de Andrea. Nada. Puso su dedo bajo la nariz. Nada. Tembló. Llamó a su esposo con un gesto; él supo , sin mediar palabras, de lo que se trataba. Levantaron la silla entre los dos, con la madre arriba. Se cercioraron de que nadie viera, y colocaron el cuerpo en la cajuela, no sin antes revisarla de nuevo. Ahora estaba menos tibia, con algunas partes rígidas. Las manos iban enfriándose a grandes pasos.
Subieron a las crías rápidamente al asiento trasero, y se dirigieron a la ciudad, pensando cómo darían la noticia. Pero las niñas dijeron tener hambre y tuvieron que detenerse en una cocina grande, con letreros de alimentos por todos lados. Sofía tomó un café. Alfredo quiso un chocolate caliente, mientras las niñas y el niño desayunaban unas crepas. Todo fue tomado con la rapidez que requería la situación. Al salir, el coche no estaba. Unas personas les dijeron que vieron a dos hombres subir en él.
Alfredo llamó a una agencia; pronto les llevaron un vehículo. Sofía temblaba, el llanto contenido, pensando en la muerte de su madre y en la reacción de sus hermanos que tanto se negaron a que la llevara de vacaciones.
El viaje de regreso fue largo.

domingo, 4 de diciembre de 2022

 Para nadie es una novedad saber que de lo único que puede tener una certeza, es de que va a morir. Cuándo, dónde, cómo, no tenemos idea.

Sólo que, saber que vamos a morir no implica que lo aceptemos. Si no aceptáramos, quizás estaríamos viviendo diferente a como lo hemos venido haciendo hasta el día de hoy.

Se nos da demasiada información sobre 'alcanzar la felicidad', y por lo general se habla del placer de los sentidos cuando se le menciona. Pero si el placer fuera la felicidad, estaríamos comiendo todo lo que preferimos, bebiendo bebidas alcohólicas y de todo tipo; gastaríamos de la manera más tonta el dinero que fuera llegando a nuestras manos, no saldríamos de la cama si es que tuviéramos pareja, etcétera, etcétera.

Quienes han vivido auténticas experiencias de cercanía con la muerte, suelen ser personas más compasivas, altruistas, serenas, generosas, éticas, bondadosas... 

Sé que voy a morir. De hecho, ya viví más de las dos terceras partes de la vida de una persona longeva; no podría vivir el doble.

Así que, no creo en la muerte, en mi muerte. Mi tarea, mientras vivo, es darle sentido a mis pasos, mis mejores sentimientos, las emociones más ecuánimes... sonreiría más, dormiría y comería menos, tendría listos mis oídos para escuchar a quien requiere que se le escuche... 

Sin duda, sería un mejor humano.

En eso ando; sigo ensayando que sí creo que puedo morir de un momento a otro. Y agradezco lo que tengo y lo que no tengo. 


miércoles, 30 de diciembre de 2020

La pandemia

 Vivimos tiempos difíciles, dolorosos, y es en momentos como éste cuando reconocemos cómo estamos interconectados. Lo que sucede en Rusia, por ejemplo, afecta a México, y viceversa. Se extiende el sufrimiento y lo respiramos, por lo que es normal la tristeza, el desaliento.
Hemos, pues, de fortalecer la ecuanimidad -que no es indiferencia- para ser empáticxs y así ser de beneficio. "Si yo soy importante, ustedes lo son más importantes que yo, porque son muchos más", dice el Dalai Lama.
Así que, cuando sentimos que estamos a punto de tirar la toalla, requerimos aceptar lo que sentimos, verlo y dejarlo ser. Respirar profundo lentamente y exhalar de la misma manera, es de gran ayuda.
Mingyur Rimpoché nos da una fórmula simpática: Inhalar profundo, y exhalar haciendo un sonido similar al que hacemos cuando al fin podemos sentarnos a descansar. Lo repetimos tres veces y, si al final sonreímos, es de mayor ayuda.
Se nos están muriendo seres amados. Aunque el sufrimiento es inmenso, es importante pensar que en el momento de nuestra muerte seguro desearemos que nuestros seres amados sean felices el resto de sus vidas. Honremos a nuestros muertos buscando cómo ser felices, sin dañarnos ni dañar a nadie.
"¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón" Fito Páez. El dibujo es de Lady Orlando, la tercera de mis crías.

domingo, 17 de diciembre de 2017

"El karma no es una venganza del Universo, es el reflejo de tus acciones. Todas las cosas que salen de ti regresan a ti. Así que no es necesario que te preocupes por lo que vas a recibir, preocúpate mejor por lo que vas dar".
Desde hace no mucho adoptamos esta palabra en occidente. 
Proveniente de India, no tiene las mismas implicaciones para diversas tradiciones espirituales. 
Mientras para el hinduismo significa 'destino', para la tradición conocida como 'budismo', su significado es 'acción'. Y acción desde que surge el pensamiento, hasta que se consuma la acción. Pero no es destino. Puede transformarse. Y para ello es preciso transformar hábitos, ya que son éstos los que nos llevan a pensar, hablar y actuar de tal o cual manera.
¿Cómo piensas? ¿Cómo son tus palabras? ¿Tus actos?
No somos nuestros actos. Si así fuera, cuando nuestros son bondadosos, seríamos santas, santos. Cuando son erráticos y daños, seríamos medio o completamente demonios.
Acertamos y nos equivocamos. De ahí que en el budadharma (que significa 'Enseñanzas del Despierto" -aproximadamente-) no se hable de bondad o de maldad, sino de actos benéficos o no benéficos. 
¡Qué respiro! Es tranquilizante pensar que no somos ni buenas ni malas personas, sino personas que realizamos actos benéficos o no benéficos.