– Maestro, por naturaleza soy optimista. Todo
lo veo en colores vivos, para mí no hay imposibles, todo el mundo es bueno.
¿Debo seguir siendo así?
– Hij@, tú eres como eres. El humano es un
péndulo que oscila entre el pesimismo destructivo y el optimismo aventurado.
Casi nadie está en los extremos, todos nos situamos cerca del medio. No es ni
bueno ni malo ser de una u otra manera; lo que debemos velar es por estar
siempre conscientes de como somos para controlar nuestras emociones. Son las
emociones el puente que nos une a los demás, no nuestra naturaleza.
"Cuando nos habituamos a morar en nuestro
lugar interno, aquel que no se destruye por las circunstancias externas, ya
sean favorables o desfavorables, cuando somos capaces de mantenernos en esa
ecuanimidad, dentro de esa fortaleza, del gozo y de la alegría, este nos
protege frente a todo tipo de situaciones". V. Nangpel
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