He despedido al llanto;
al llanto de la niña,
agua salobre que tropieza con la luz.
A ese llanto estancado
del que nace el aliento putrefacto
A ese llanto estancado
del que nace el aliento putrefacto
y endurece las arterias.
Doy la bienvenida
al llanto de la mujer que me habita
y se conmueve por el llanto de todos;
al llanto que corre
como los ríos corren al mar
y se hace nubes
y lluvia
y refresca al viandante
nutre los campos
y hace rostros sonrientes.
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