Espacio de poesía y cuento (Obra en progreso)
domingo, 25 de diciembre de 2016
"Cada día trae lo suyo", decían las personas sabias. Y cada día es único, irrepetible. Abrir los ojos es un milagro en un mundo donde a diario todo está en movimiento. Llegará el momento en que no abramos los nuestros, y mientras tanto podemos caminar con la certeza de que andar sobre la Tierra ha valido todo cuanto experimentamos. El sufrimiento y el gozo son un paquete que la vida nos da. Pero vivir con conciencia plena es una decisión que requiere de un entrenamiento vigoroso, sonoro, alegre, nos vaya bien o no nos vaya bien. Nada dura para siempre, sólo la calma mental cuando la hacemos parte de nuestra cotidianidad. Y días como la Navidad, en una parte donde predomina el cristianismo, vienen cargados de energía a la que podemos unirnos y oponernos. Y si es para contribuir a la unión entre quienes nos rodean, bienvenida sea esta festividad. Nacemos y morimos a diario. Bienvenida sea la Navidad en nuestros corazones.
viernes, 26 de agosto de 2016
Somos todos
Todo cuanto hacemos, lo han hecho antes miles de millones de personas; cada palabra, cada parte de nuestra indumentaria, cada plato, cada comida -que está constituida por el esfuerzo de esos miles de millones-, cada gesto, cada intención... Borges dijo que él era toda la gente que conoció, todas las mujeres que amó, las ciudades que conoció... Pienso que soy cada hombre que he amado, cada hombre que no he amado, cada persona que conozco, cada persona que no conozco, cada sitio donde he vivido... Me alimento gracias a esos miles de millones de personas, existo gracias a ellas. No soy original absolutamente en nada. Pero eso sí, mi gratitud es mía. Les agradezco su presencia cercana y lejana.
Vivir
En mi experiencia, en lo poco que llego a
comprender de este mundo, abrazar la vida es abrazar los acontecimientos, me
gusten o no, y aceptar que ser feliz no es necesariamente estar contenta o no
tener problemas. Pienso que aun pese a la adversidad, a que nada sale como se
espera, se puede respirar con gusto, con gratitud. La vida es tan breve. Suele
ser una sorpresa y, en los momentos de mayor claridad mental, un milagro; algo
inesperado. Pero pensar que la vida se acomodará a nuestros deseos, es
errático. Si ésta es un océano y no somos más que olas pequeñitas, mientras no
gocemos con conciencia el ser agua elevándose y declinando, nos sentiremos
defraudadas, defraudados o, al menos sentiremos desconcierto. “El dolor es
inevitable; el sufrimiento es opcional”.
lunes, 1 de febrero de 2016
Feliz lunes
– Maestro, estoy lleno de relaciones sociales
pero ¿cómo reconozco al verdadero amigo? Me dicen que el corazón avisa cuando
hay amistad de verdad, que es cosa de sentimientos….
– Hij@, puedes meterle todos los sentimientos y
corazones que quieras pero al verdadero amigo, amiga, le reconocerás cuando no
tengas un céntimo ni nada para dar. En ese momento, quien te tienda la mano
desinteresada será tu verdader@ amig@. De la misma manera, si tú actúas así y
sólo así, serás amig@ para cualquiera que te requiera.
jueves, 21 de enero de 2016
Lady Orlando
http://mxcity.mx/2015/11/top-8-ilustradoras-mexicanas-que-convierten-la-realidad-en-magia/
En ese sitio podrán leer sobre estas ilustradoras, de las que Lady Orlando forma parte. Ella dice:
“Considero a mis dibujos y pinturas pequeñas
ilustraciones de historias que me cuento a mí misma, como si fuesen una página
de un libro o una escena que se queda flotando en el aire; aquella que al
cerrar los ojos, se reproduce una y otra vez en mi memoria.”
jueves, 14 de enero de 2016
Diálogo y frase para reflexionar
– Maestro, por naturaleza soy optimista. Todo
lo veo en colores vivos, para mí no hay imposibles, todo el mundo es bueno.
¿Debo seguir siendo así?
– Hij@, tú eres como eres. El humano es un
péndulo que oscila entre el pesimismo destructivo y el optimismo aventurado.
Casi nadie está en los extremos, todos nos situamos cerca del medio. No es ni
bueno ni malo ser de una u otra manera; lo que debemos velar es por estar
siempre conscientes de como somos para controlar nuestras emociones. Son las
emociones el puente que nos une a los demás, no nuestra naturaleza.
"Cuando nos habituamos a morar en nuestro
lugar interno, aquel que no se destruye por las circunstancias externas, ya
sean favorables o desfavorables, cuando somos capaces de mantenernos en esa
ecuanimidad, dentro de esa fortaleza, del gozo y de la alegría, este nos
protege frente a todo tipo de situaciones". V. Nangpel
miércoles, 6 de enero de 2016
Los Reyes Magos
Para Claudia y Polo
A los pocos días de cumplir ocho años de edad, salimos una noche de las orillas de Guadalajara para llegar a vivir al corazón de Morelia. El mío, mi corazón, latía emocionado mientras la gallina en la jaula para pájaros se movía inquieta tratando de expandir sus alas, y el gato –en otra jaula- estaba hecho ovillo. Era abril y el calor crecía.
No supe cuántas horas hicimos, pero cuando
hicieron a un lado la lona para bajar la parte que fungía como puerta en la
troca en que nos mudaron, mis ojos se abrieron expectantes. Venía a descubrir un
nuevo mundo: casas de paredes de piedra, calles anchas y bien trazadas y el
paso de los carros sobre asfalto me dio la impresión de haber llegado a un país
lejano; un país moderno. Habíamos vivido enfrente de un llano y todo afuera de
la casa era tierra. Mi juego favorito era sentarme debajo del laurel de flores
de colores encendidos, abriendo surcos en la tierra negra para dar paso a las
arañas. Disfruté las cuevas en el llano, y hasta el basurero, donde cada día
encontraba algo nuevo, un tesoro: un arete, un muñeco sin un brazo, un trompo
sin punta, un huevo que alguna gallina fue a poner en el calor proveniente de
la basura… Aunque lo que más gozaba eran las tardes en que Ernesto hacía
papalotes y corríamos para que se elevaran. Nunca aprendí a hacer uno. Él era
el mago que, llegando a Morelia siguió organizando los juegos, con sus nuevos
inventos. Teníamos ‘reflectores’ hechos por él cuando jugábamos a policías y
ladrones. Reflectores construidos a partir de una caja de zapatos, un foco y
una extensión. Llegamos a vivir a una casa muy grande, un galerón de piso de
ladrillo que había que trapear con algo rojo que se disolvía en agua. Era un
cuarto muy grande donde cupieron las literas y todas las crías junto con mi Mamá
Tita. Había un pequeño patio con piso de cemento donde se encontraba el baño y
un pequeño cuarto que ocuparon mamá y papa. Desde ese patio podía, al menos,
ver las estrellas. No teníamos la libertad del llano, pero valió la pena. La ciudad
nos impresionó. Es bella, bellísima.
Mi abuelita –Mamá Tita- salió a la calle una
tarde, con un machete en la mano. El cielo estaba cargado de nubes; amenazaba
tormenta. Me sentí avergonzada cuando se hincó a la mitad de ella ‘para
deshacer la culebra de agua que amenazaba huracán’, dijo. Mi vergüenza perdió
el rostro por la risa que me invadió. Eso, en un llano, lo entendía; pero en la
ciudad, en esa calle derecha de una casa tras otra me pareció una locura. La verdad
es que nunca me llevé muy bien con mi abuelita. Creo que no le gustaba mucho mi
piel morena, ni mi personalidad inquieta. Fui demasiado inquieta y parlanchina,
lo contrario a ella, que hablaba muy poco y se limitaba a silbar y en ocasiones
a entonar alguna canción con su hermosa voz de soprano. Cuando la cansaba, me decía
palabras extrañas con un tono que no me sonaba muy amable: ‘Cuzca, garraleta’.
Su rostro blanco y sus azules ojos cambiaban de tono por el enojo. Cuzca me
sonaba a casco, lo que me llevaba a imaginar caballos, yo montada en uno de
ellos. Garraleta, a gitana. Yo, gitana morena, de cabellos negros,
elegantemente vestida con collares y pulseras multicolor y aretes largos, sobre
un caballo. Sonreía.
Con el paso de los años supe el significado de
las dos palabras. Mamá Tita sí que se enojaba conmigo. Pero aunque alguien
pueda dudarlo, su carácter sí era, por lo general, amoroso y sereno.
Llegó diciembre y con él la Noche Buena, fecha
que esperábamos con mis hermanas y hermanos porque El Niño Dios nos traería
algún regalo. En la nueva ciudad se celebraba “El Día de Reyes”, pero fieles a
sus tradiciones mamá y papá siguieron festejando el anterior. Pronto nos
cambiamos a una casa frente al galerón donde llegamos. Seguíamos siendo pobres,
pero no miserables. El nuevo trabajo de papá nos permitía comer mejor. Además,
ya vivía con nosotros. En Guadalajara lo veíamos muy poco. Trabaja en lo que
podía: cargador, garrotero y boletero del tren, panadero y no sé qué más, pero
siempre que llegaba a casa traía consigo costales de mangos y racimos de
plátanos, se ponía un mandil, y hacía pan. Mientras esperábamos el pan,
hacíamos bolitas con la masa cruda. Mamá lucía sonriente, relajada. Nos miraba
con ojos satisfechos, hasta que sus pollitos comenzaron a morir, víctimas del
empacho por la ‘comida’ que les dábamos: las bolitas de harina.
La primera mañana del 25 de diciembre de 1963 ó
1964, no recuerdo con precisión, me sentí molesta al descubrir que el regalo
que me trajo ‘El Niño Dios’ era un boliche de madera de Quiroga, y no la
bicicleta que pedí. Me enojé y no quise tocar el juguete artesanal. Era demasiado
barato. Si me había portado bien todo el año, ¿por qué hubo compañeras de mi
colegio que sí tuvieron bicicleta y yo no? Ellas no se portaron bien; no la
merecían. Vi el rostro triste de mi padre, quien no dijo una palabra.
Estaba de visita en casa mi prima Ángeles, hija
de mi tío Ramón, hermano de mi papá. Mi madre decía que eran demasiado
vulgares; gente sin educación. Pero yo la amaba. Mayor que yo varios años, era
mi ejemplo por su carácter reflexivo. Me tomó de la mano y me invitó a ‘dar una
vuelta’. Yo lloraba por el enojo ante la injusticia que acababa de recibir. Ni siquiera
puse atención en los regalos que recibieron mis hermanos mayores, mi hermana. No
vi bicicleta alguna ni nada de tamaño fuera de lo normal. Pero no vi a nadie
con enojo.
Mi prima me paró en una esquina y me dijo: “Vita
–así me llamaban-, tengo que contarte algo. No quiero lastimarte, pero tienes
que saber que mi tío y mi tía te quieren mucho. Creo que por tu edad ya puedes
entender”. Yo la miraba de reojo mientras limpiaba mis lágrimas y mocos
resultantes, con el dorso de la mano derecha. Vi el cielo al fondo color azul
claro, con nubes muy blancas. El sol recién se había trepado en lo alto de la
bóveda y uno de sus brazos se estiró hasta el rostro de mi prima. Me causó
gracia. Era común, y sigue siéndolo, que en los momentos en que me he sentido
desolada, algo gracioso llame mi atención. Sonreí. Su hermoso rostro moreno hacía honor
a su nombre "Ángeles". Miré a sus lados para ver si alguna sombra hacía las veces
de alas, y podría hacerle una broma. Ella conocía mi carácter, por lo que me
tomó por los hombros, y se agachó un poco para obligarme a mirarla a los ojos. “Me
entiendes, ¿verdad?”, dijo. No, no la entendía. De hecho, hasta olvidé de qué
hablaba. “El Niño Dios”, dijo quedo; El Niño Dios son tu mamá y tu papá”. No quise
entender lo que decía, aunque en mis oídos sonaba la frase como estribillo “Son
tu mamá y tu papá, son tu mamá y tu papá”. Ella noto mi dispersión a punto de extenderse
hacia los cuatro puntos cardinales. “¡Vita!”, gritó. El estribillo reptó y siguió
el vuelo de la garza rezagada. Entonces la miré a los ojos. “¿Mi mamá y mi papá
son el Niño Dios?”, pregunté cuando el llanto había emprendido la retirada. “Sí.
Ellos son quienes compran los juguetes. El tuyo, el de tus hermanitas, tus
hermanos”. “¿Por qué?”, pregunté abriendo mis pequeños ojos casi rasgados. “Porque
te aman, los aman”. “¿No hay Niño Dios’”, pregunté esta vez con la voz
escondiéndose en mi garganta, avergonzada. “No. El Niño Dios nació hace muchos
años. Porque eres una niña, por eso te dan un regalo en la fecha de su
nacimiento. Cada niña, cada niño, es importante para su mamá y su papá”. “¡Pero ellos son pobres!”, dije con la voz entrecortada por el llanto que regresó en
una embestida brutal. Ángeles me abrazó mientras me estremecía recargada en
su pecho. Es uno de esos recuerdos a flor de piel. Me dolieron ellos, mi madre
y mi padre. Me dolió su esfuerzo, su silencio, su amor inconmensurable. Seguramente
habían prescindido de algunos deseos propios para reunir unos pesos y comprar
juguetes para sus crías.
Cuando mi hijo y mi hija, los primeros,
cumplieron 4 y 6 años de edad, los senté y les dije lo mismo que mi prima me
había dicho, en palabras que pudieran entender. Me sentí con el deber porque no quise sostener una mentira. Tenían
demasiados motivos para sentirse felices cualquier día del año. No vi la
necesidad de que creyeran algo que hace felices a unos cuantos, y hace sufrir a
muchos en un país donde el hambre es el pan nuestro de cada día; donde la clase
trabajadora ni siquiera recibe su raquítico aguinaldo a tiempo; donde cada vez
se retienen las quincenas de mucha gente, y los políticos se
despachan con la cuchara grande.Mi niño y mi niña me miraron y corrieron a abrir sus
regalos con la misma emoción esa mañana del seis de enero. Seguí la tradición de
Los Reyes Magos. Después de todo, no hay magos más grandes que las niñas y los
niños. Hacen magia con sus sonrisas y su amor tiernito, sincero. No
necesitaron mentiras para seguir abriendo grandes los ojos ante la sorpresa de
lo que su madre y su padre les compraban con tanto amor... y esfuerzo.
lunes, 4 de enero de 2016
Feliz lunes
– Maestro, discutía con dos amigos sobre cuál
es el mayor miedo de la humanidad. Uno me decía la soledad, el otro la
muerte.
– Hij@, el ser humano aún no aprende a
auto conocerse: el mayor miedo del ser humano es al tiempo, ese tiempo que
alimenta la soledad producto de sus acciones, ese tiempo que lo acerca
inexorablemente a la muerte. Por esa razón, cuando nos llegan nuestros últimos
momentos, nos sentimos aliviados y no aterrados. El enemigo no es la soledad ni es la muerte,
es el tiempo.
“La
mente inconsciente e ignorante atesora y protege al yo. De ahí se desarrolla el
desastre de las emociones perturbadoras, los hábitos que generan todo dolor subsecuente. Pero la mente clara y
consciente que está impregnada de la sabiduría de los budas (personas
despiertas), en lugar de proteger y adorar al yo, se ha expandido para atesorar
y proteger a todos los demás”: Dzigar Kongtrul Rinpoche.
domingo, 3 de enero de 2016
Domingo 3 de enero de 2016
¡Buen día!
– Maestro, ¿qué es la verdad?
– Hij@, la verdad es la duda. Si te haces preguntas respecto a algo o alguien, la verdad será aquella pregunta a la cual no le encuentres respuesta en ese momento. Esa será la verdad. Pero cuando la encuentres, cualquiera sea, la verdad volverá a ser la duda hasta que llegues a otra verdad. Y así sucesivamente. La verdad absoluta no existe, es una trampa de la mente.
– Maestro, ¿qué es la verdad?
– Hij@, la verdad es la duda. Si te haces preguntas respecto a algo o alguien, la verdad será aquella pregunta a la cual no le encuentres respuesta en ese momento. Esa será la verdad. Pero cuando la encuentres, cualquiera sea, la verdad volverá a ser la duda hasta que llegues a otra verdad. Y así sucesivamente. La verdad absoluta no existe, es una trampa de la mente.
“La mente inconsciente e ignorante atesora y protege al yo. De ahí se desarrolla el desastre de las emociones perturbadoras, los hábitos que generan todo dolor subsecuente. Pero la mente clara y consciente que está impregnada de la sabiduría de los budas (personas despiertas), en lugar de proteger y adorar al yo, se ha expandido para atesorar y proteger a todos los demás”: Dzigar Kongtrul Rinpoche.
¡Feliz domingo!
¡Feliz domingo!
sábado, 2 de enero de 2016
Reflexiones, poesía y cuento: El sapo panzón
Reflexiones, poesía y cuento: El sapo panzón: Canción de mi autoría, tanto la letra como la música. Incluida en mi primera grabación infantil "Corre trenecito, corre"...
Diálogo y Reflexión

– Maestro, me han dicho que no está bien pensar en propósitos de un nuevo año. Que igual me puedo morir cualquier día de estos. ¿Qué debo hacer?
– Hij@, primero, pensar que sólo tú decides tus asuntos; que las decisiones que tomes impactarán tu vida, sin importar si dura un minuto más o 100 años. No has de escuchar y pensar cada cosa que te dicen. Segundo, hacer planes, proyectar, es correcto. Hazlos y suéltalos. Sólo mantén en tu mente el propósito, porque tu vida cabe en un día. Si vive otro, regresas a ellos, y así día tras día.
Escuchar y dudar sobre lo que hemos decidido, no siempre es conveniente. Los humanos nos hemos habituado a opinar y disertar sobre todo cuanto vemos y oímos. Las opiniones sólo son importantes para reflexionar sobre lo proyectado cuando las pedimos. Asistir a charlas sobre temas que nos interesan es dar importancia a otras opiniones; las solicitamos. Pero eso no significa que nuestra vida hemos de regirla por las ideas de otros.
“No creas en algo simplemente porque hayas oído
sobre ello. No creas en algo sólo porque has oído un rumor o algún comentario. No
creas en algo porque lo hayas encontrado en un libro religioso o sagrado. No creas
en algo basado meramente en la autoridad de un maestro o de un anciano. No creas
en tradiciones simplemente porque han pasado de boca en boca a través de las
generaciones. Luego de la observación y el análisis, cuando encuentres algo que
está de acuerdo con la razón, y su puesta en práctica sea beneficiosa para uno
y para todos, entonces acéptalo y vive de acuerdo con ello”: Buda.
Propósitos para 2016
¡Feliz Año Nuevo!
Aunque el tiempo es relativo -puede que no lo entendamos, nos hemos acostumbrado a decir esto desde la Teoría de la Relatividad de Einstein- solemos contarlo con los dedos y lo hemos acomodado en segundos, minutos, horas, días, meses, años. Humanos mortales, queremos voltear la cara hacia donde no veamos la muerte rondar, aunque ella nos habita tanto como la vida.
Si al despertar fuésemos capaces de sonreír y de tratar de organizar el día como si en él cupiera toda nuestra vida, quizás otro gallo nos cantaría. Así, al ir a dormir, seguramente agradeceríamos lo vivido y podríamos cerrar los ojos en paz, como si de verdad fuera el momento de nuestra muerte. Si no lo fuera, sería un buen ensayo.
Thich Nhat Hanh, es un monje budista zen, vietnamita, residido en Francia. Es Abad del monasterio de Plum Village. De él, estos:
Propósitos de año nuevo:
Recuerda que sólo hay un momento importante y es ahora.
El momento actual es el único sobre el que
tenemos dominio.
La persona más importante es siempre la persona
con la que estás, la que está delante de ti (quién sabe si tendrás trato con
alguna otra persona en el futuro, podrías morir).
El propósito más importante es hacer que esa
persona, la que está a tu lado, sea feliz.
Hablamos del servicio social, el servicio a la
gente, a la humanidad, a los que están lejos; pero a menudo olvidamos que es la
gente que nos rodea por la que debemos vivir en primer lugar.
Si no puedes ayudar a tu propia pareja y a tu
pequeñ@ hij@, ¿cómo puedes servir a la sociedad?
Si no puedes hacer feliz a tus hij@s ¿cómo
esperas hacer feliz a nadie más?
Servicio social.
La palabra servicio es inmensa.
La palabra social es igual de inmensa.
Regresemos primero todo a una escala más
modesta:
Nuestra familia, compañer@s, amig@s, nuestra
propia comunidad.
Debemos vivir para ell@s, porque si no podemos
vivir para ell@s, ¿para quién más creemos que estamos viviendo?"
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